Después de descansar toda la semana ya tenía ganas de ponerme las botas y hacer una rutilla por Cantabria, que tan abandonada tenía. Sin embargo, la ruta discurrió entre Burgos y Cantabria ya que fuimos al Monte Hijedo, con unas vistas preciosas del Embalse del Ebro. Llegamos rápido por la autovía y nos deviamos, pasamos junto a Retortillo, Bustasur y aparcamos el coche en Bustidoño, desde donde empezaba la ruta. Tuvimos que andar bastante por pistas hasta llegar a "Cabaña de Hijedo", que estaba en mitad de la nada (foto).
Desde allí comienza la ruta del Monte Hijedo que es el pequeño recorrido de Burgos número 30 (PR-BU-30), que se introduce en pleno bosque y que es una de las rutas más bonitas del norte, con una gran cantidad de fauna y flora (foto). Una vez que salimos del bosque llegamos a una zona sin vegetación justo detrás de una colina rocosa por la que subimos y desde donde había unas vistas increibles del Embalse del Ebro. Allí comimos y tras un pequeño descanso volvimos a entrar en el bosque, pasamos por un mirador desde donde se veia todo el monte y volvimos a dar a Cabaña de Hijedo. De ahí hasta el coche fuimos por el mismo camino que por la mañana, siempre con la compañía de un pequeño perro que nos acompañó y llamamos "Puskas".
Después de descansar toda la semana ya tenía ganas de ponerme las botas y hacer una rutilla por Cantabria, que tan abandonada tenía. Sin embargo, la ruta discurrió entre Burgos y Cantabria ya que fuimos al Monte Hijedo, con unas vistas preciosas del Embalse del Ebro. Llegamos rápido por la autovía y nos deviamos, pasamos junto a Retortillo, Bustasur y aparcamos el coche en Bustidoño, desde donde empezaba la ruta. Tuvimos que andar bastante por pistas hasta llegar a "Cabaña de Hijedo", que estaba en mitad de la nada (foto).
Desde allí comienza la ruta del Monte Hijedo que es el pequeño recorrido de Burgos número 30 (PR-BU-30), que se introduce en pleno bosque y que es una de las rutas más bonitas del norte, con una gran cantidad de fauna y flora (foto). Una vez que salimos del bosque llegamos a una zona sin vegetación justo detrás de una colina rocosa por la que subimos y desde donde había unas vistas increibles del Embalse del Ebro. Allí comimos y tras un pequeño descanso volvimos a entrar en el bosque, pasamos por un mirador desde donde se veia todo el monte y volvimos a dar a Cabaña de Hijedo. De ahí hasta el coche fuimos por el mismo camino que por la mañana, siempre con la compañía de un pequeño perro que nos acompañó y llamamos "Puskas".
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