viernes, 11 de septiembre de 2009

Montpellier y la Costa Brava

El jueves por la mañana ya estaba en Montpellier, que sería la última parada antes de entrar en la frontera española. Con una población de 257.712 habitantes, es la octava ciudad más poblada del país, aunque tiene menos historia que Aviñón o Nimes, ya que fue fundada alrededor del siglo VIII. De todas maneras cabe destacar en la visita la catedral de San Pedro (foto), del siglo XIV, que destaca por su raro pórtico, el arco del triunfo (foto), la facultad de medicina, la más antigua en actividad del mundo o el acueducto de San Clemente del siglo XVII. A pesar de la arquitectura, para mi, lo más bonito de la ciudad es el ambiente en la plaza de la comedia y las calles de los alrededores que crean una ciudad llena de vida, con macetas y flores colgadas por todas las calles, que están repletas de tiendas y gente.

Tras esta parada fui en busca de un camping que está situado todavía en Francia, en Cerbère, pero al que llegué desde España, por la Costa Brava. Estuve haciendo fotos de Portbou, último pueblo que pertenece a la Costa Brava y después volví a entrar en Francia, para dormir en el camping. La parte norte de la Costa Brava es muy bonita, con pequeños pueblos costeros con playas y muy tranquilos. La parte francesa más cercana es igual, con numerosas playas y calas donde hay mucha tranquilidad (foto). Al día siguiente, sin embargo, las carreteras estaban saturadas completamente de la gente que salía desde Barcelona para llegar a cada pueblo de la costa pero por suerte el atasco sólo era en esa dirección y no en la mia. Llegué a Zaragoza, di una vuelta rápida por la ciudad y fui al aeropuerto a coger el vuelo a Milán.

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